sábado, 12 de septiembre de 2009




Mi sueño no es americano, no tiene efectos especiales, no hay disparos, ni persecuciones espídicas… aunque sí algo de sexo, con calcetines y sin más soundtrack que sus gemidos “a capella”.

Mi sueño no es un musical, no tiene más coreografía que seguir andando… andar, andar; en puntillas o a la pata coja; cruzar por un paso de cebra o por un alambre de púas a quince metros de altura con mis pies desnudos; andar paso a paso o saltando charcos… pero andar. Lo de volar, se lo dejo a los pájaros. Mi pesadilla no es otra que verme como un ángel en silla de ruedas.

Mi sueño no tiene subvenciones estatales ni está patrocinado por una marca de cigarrillos. Mi sueño no es una superproducción, por eso no necesita grandes campañas de marketing, ni reventar taquillas… me basta con tenerte a ti, sentada en el patio de butacas, comiendo palomitas de maíz y, arrancarte una sonrisa. No pretendo que al final de mi sueño me den un Oscar, me basta con conseguir un Jero …

Yo tengo un sueño pequeñito. Tan pequeñito que me cabe en el pecho.

martes, 1 de septiembre de 2009



Hoy me enfadé con mi perro.
El caso es que no le gusta ir atado. Él no entiende que se vuelve loco cada vez que ve un gato y cruza las carreteras sin mirar. Y si no es eso, son las multas que vamos coleccionando por llevarlo suelto. Él no entiende de multas y eso, así que muerde con ahínco su correa, se revuelve y parece poseído tirando de ella las pocas veces que me veo forzado a ponérsela. Luego, aun sin quitársela, si la sueltas, él se queda quieto, tranquilo, a tu lado…
Hoy no estaba yo muy relajado porque perdí la tarde en tonterías y en nuestro paseo vespertino, para cruzar una calle, me volvió a montar el numerito de la correa. Entonces, ya a salvo de los coches, sentado en una roca de la playa de la Concha, le increpé de la peor manera, es decir, comparándolo conmigo: “- oye, estoy hasta los huevos de que protestes por la correa- le dije- apenas la llevas puesta veinte minutos… yo me la tengo que poner ocho horas diarias de lunes a viernes y me aguanto”.
Mi perro me miró, agachó sus orejas y posó su cabeza sobre mi pierna izquierda… porque él de multas y coches no sabe, pero de eso… de correas, sí que sabe.